'Granadina', de Santiago Rusiñol

Pieza: Granadina, por Santiago Rusiñol Fecha: 1895 Técnica: Oli sobre tela Medidas: 200 x 87 cm Colección: Antigua colección Santiago Rusiñol. Museu Cau Ferrat. Número de inventario: 32.045 Descripción y contexto histórico: La gitana de apariencia seria y grave, de mirada lejana y soñadora, apoyada de perfil en una pared blanca en la que se abre un ventanal que da a un trasfondo de vegetación donde predomina la hilera recortada de cipreses, constituye uno de los cuadros más importantes de la producción artística de Santiago Rusiñol. El cuadro es citado con denominaciones diversas, la más habitual es la del origen, Granadina, otra es la de Gitana del Albaycín. Ambas remarcan la procedencia de una modelo tan singular y tan diferente de las que hasta entonces habían posado para Rusiñol. No se conoce el nombre propio, pero sí el entorno familiar; era pariente de Chorrohumo (o Chorrojumo) por lo que se conocía un tipo que rondaba por la Alhambra en busca de los pintores con una tarjeta de presentación que pregonaba sus méritos: "Mariano Fernández Príncipe de los Gitanos. Modelo de Fortuny". La Granadina fue una de las primeras obras que Rusiñol pintó en su segundo viaje a Granada, donde llegó en octubre de 1895, acompañado de los pintores Arcadi Mas y Fondevila, que ya había estado unos años antes, de Macari Oller y Codoñet, y de Miquel Utrillo. Rusiñol empezó el cuadro al poco de haber llegado a la ciudad de la Alhambra simultaneando esta obra con el primer cuadro de jardines, seguramente los Cipreses viejos del antiguo convento de la Victoria. "He empezado a trabajar. Hago jardines con kioskos románticos y una gitana de tamaño que de qué natural” escribía al crítico de arte y escritor Raimon Casellas. También lo notificó a otro amigo entrañable, el escultor Enric Clarasó: “Tengo empezados algunos jardines y una figura grande de gitana”. Mientras paseaba por el recinto de la Alhambra, mientras pintaba bajo los porches del patio de los Arrayanes o tomaba apuntes de los diversos lugares del Generalife, Rusiñol pasaba cuenta de sus impresiones para transcribirlas a la serie Cartas de Andalucía, serie de nueve crónicas que fue publicando en las páginas de La Vanguardia, con ilustraciones de Mas y Fondevila, de Oller, y también de Utrillo, que fue entonces cuando se inició en este arte. Y así como la serie Desde el Molino había preparado al público de Barcelona para la recepción de la pintura moderna que él y Ramón Casas habían importado desde París, las Cartas de Andalucía fueron el correlato literario de la huella profunda y definitiva que la Alhambra, el Generalife, los cármenes y jardines dejaron en el alma y en la obra literaria y plástica del artista. El capítulo titulado "El barrio de los gitanos" describe la incursión de los artistas en el Sacromonte acompañados por Príncipe de los Gitanos, que les mostró su manera de vivir. En una de las cuevas, habitaba una pareja que declaró el parentesco con tan singular guía, ella, la mujer "de color prudentemente moreno" es la Granadina. Lo testimonia Miquel Utrillo tanto en el dibujo que acompaña la descripción de Rusiñol como, años después, cuando describía las obras del Museo del Cau Ferrat: "Allí se ve una gitana granadina, que es aquella que Rusiñol recordaba al hablar de la compra de el asno en Granada”. También Rusiñol la dibujó sobre la marcha, en el Sacromonte, con el nombre de Gitana sentada junto a una chumbera el dibujo figura en las paredes del Cau Ferrat (núm. inv. 30.672). Aparte de algunos dibujos de tipo popular que Rusiñol llevó a cabo en los viajes de 1895-96 y de 1898, la Granadina es la única gitana que pintó. La Granadina es una figura singular, tanto en lo referente a la producción artística de Rusiñol como el tratamiento de este frente a uno de los tópicos de la pintura de género. No es exactamente un retrato sino un estado de espíritu. Quien lo protagoniza es muy diferente de las figuras femeninas de los interiores parisinos. La indumentaria pertenece al tópico de los cuadros costumbristas granadinos, en cambio, tanto el posado como el trasfondo no se parecen nada con otros notables precedentes del género, como la deliciosa Gitanilla bailando en el jardín (óleo, desde 1870 hasta 1872), de Marià Fortuny, y menos con el torbellino de la protagonista de El jaleo (óleo, 1879), de John Singer Sargent. La Granadina de Rusiñol muestra cómo el artista ha superado el reto del equilibrio perfecto entre la figura y el paisaje mostrando la serenidad tanto de la mujer modelo como del trasfondo de tapias y jardines que cierran la hilera de cipreses oscuros. Es un cuadro de despedida y de descubrimiento. El blanco de la tapia y de las paredes que hacen de marco al cuadro de jardines que apunta en segundo término es la última versión de las galerías blancas de Sitges. La irrupción de la hiedra, de las arboledas y los cipreses marca el inicio del prolongado período de la obra rusiñoliana definido de manera excesivamente reduccionista como la etapa de la pintura de jardines. Innominada pero real, y símbolo de las vivencias e impresiones de aquel segundo viaje a la ciudad de la Alhambra, Rusiñol colgó la Granadina en las paredes del Cau Ferrat y no se quiso desprender nunca de ella. Exposiciones: Cincuentenario de la muerte de Santiago Rusiñol. Aranjuez, Girona, Barcelona, 1981 Cincuentenario de la muerte de Santiago Rusiñol. Sitges 1981. Los jardines del alma de Santiago Rusiñol. Sabadell, Salamanca, Palma de Mallorca, Girona, 1999. Bibliografia bàsica: Autores varios. Los jardines del alma de Santiago Rusiñol. Girona, Fundación Caixa de Girona, 1999. Artículos de Margarida Casacuberta, Xavier Antiguo, Josep Gordi y Serrat, Vinyet Panyella, Marina Gustà Coll i Mirabent, Isabel. Rusiñol. Vilafranca del Penedés. Museu de Vilafranca, 1990. Inclou correspondència amb Víctor Balaguer i Enric Clarasó. Laplana, Josep de C. Santiago Rusiñol. El pintor, l’home de Barcelona. Publicacions de l’Abadia de Montserrat, 1995. (Biblioteca Abat Oliba; 151). Panyella, Vinyet. “Andalucía vista por un catalán. Santiago Rusiñol en Andalucía (1887-1922).” Historiar, núm. 4 (1.2000), pàg. 130-142. Panyella, Vinyet. Paisatges i escenaris de Santiago Rusiñol (Sitges, París, Granada). Barcelona. Publicacions de l’Abadia de Montserrat: Curial, 2000. Textos i estudis de cultural catalana; 75. Rusiñol, Santiago. Impresiones de arte Barcelona, La Vanguardia, 1897. Sánchez Rodrigo, Lourdes: “Santiago Rusiñol a Granada”. Revista a Catalunya, núm. 77 (setembre 1993), pàg. 86-95. Utrillo, Miquel. Història anecdòtica del Cau Ferrat. Pròleg de Francesc Fontbona. Sitges: Grup d’Estudis Sitgetans, 1989. (Estudis Sitgetans, 18). Autoria de la fitxa: Vinyet Panyella i Balcells