‘Lux’

De 20 Enero 2017 hasta 3 Septiembre 2017

Antoni Taulé nació en Sabadell en 1945 y vive y trabaja en París. Desde  su primera exposición en Sabadell (1966) y en el Palau de Maricel de Sitges (1967), ha expuesto en museos, centros de arte, fundaciones y galerías de todo el mundo y sus escenografías han figurado en los principales escenarios internacionales.

Lux. En la instantaneidad de la fotografía o en la lenta demora de la pintura tendida a lo largo del tiempo, Taulé espera y atrapa el instante en que la luz despunta y penetra en los interiores definiendo los amplios espacios. Los lugares y la luz se ven inmobilizados en el momento en que se transforman en simbólicos e imaginarios.

ESPACIO 1
¿Por qué la atracción de los grandes espacios vacíos? En la obra de Taulé se refleja la dialéctica del vacío: un diálogo de los grandes espacios interiores con la luz (o con el contraluz, como en la serie de las cuevas que había pintado los años ochenta en Formentera, pero también en las obras de las otras épocas). Una dialéctica, por extensión, entre el espacio de dentro y el espacio de fuera, que penetra en el cuadro mediante la proyección casi cinematográfica de la luz. Una luz que desvela el interior oscuro y revela la naturaleza inquietante y enigmática. Y que a la vez recuerda el paisaje exterior, indefinido, inconmensurable. A Épouser les formes du monde (Exponer las formas del mundo, 2007), la luz que se derrama al sinfín desde fuera sobre el personaje contrasta con el tono magritiano de las dos luces de pared escondidas de la luz que entra. El interior es pues el escenario de la luz que viene de fuera. Un escenario lujoso, marcadamente arquitectónico. Y vacío, inhabitable sino en sueños. Para que todos estos espacios, estas situaciones inexplicables, son hechos de la materia de los sueños. Excepcionalmente, sin embargo, hay alguna pintura que contradice esta ley: A Marée basse (Marea baja, 2005), aparece Lætitia en un paisaje solar, entre el agua que se retira. Lætitia, la primera esposa de Taulé, moría aquel año mismo. Importancia, igualmente de los pasillos, los portales, los lugares de paso, que son espacios imprevisibles (Casa Taulé, 2016; Hotel Chelsea, 2016).

En cuadros como L’Énigme (2016), que contiene una visión perspectiva de puertas paralelas al interior de Villa Arconati, en Milán, aparece el tema metapictórico: la presencia de un cuadro –que puede ser un cuadro de Taulé mismo, como pasa aquí, o bien una citación pictórica como L’Ange noir (2009)– instituye en la obra una especie de resonancia, de hiperpictoridad, por decirlo así. Como si toda la pintura anterior y universal convergiera en esta llamada enigmática de la luz.

ESPACIO 2: MOMENTOS, PRESENCIAS
Desde el principio, en la obra de Taulé, las fotografías eran un medio, una herramienta en el proceso de la pintura. Pero a partir de un momento dado, el medio alcanzó la finalidad. Las fotografías eran tan enigmáticas como los cuadros. Los lugares debían ser huecos, y había sobre todo escoger la hora y el día: era muy importante saber captar el instante que el sol despuntaba y la luz penetraba en el interior.

En comparación con la pintura, la fotografía designa la espera del momento, y luego el momento en sí, un instante; la pintura, en cambio, se extiende en la duración y se va construyendo progresivamente, en una sucesión de pinceladas y de capas que transforman el tema y lo impregnan de una insistencia casi obsesiva. Ya desde los años setenta, en fotografías como Bonnet rouge (Barretina, 1977), Une histoire (Una historia, 1978), y luego, con Miroir (Espejo, 1985), la cámara de Taulé capta la extrañeza inquietante del lugar, dispone unos elementos, personas u objetos, profundamente ambivalentes, enigmáticos, que luego en los cuadros pueden metamorfosearse. Si en la fotografía la luz, protagonista principal, delimita nítidamente los contornos del lugar y de los objetos, en los cuadros el lugar y la luz se convierten en simbólicos, imaginarios. La técnica del pintor, difuminando y contrastando el tema, alterando a veces la percepción del lugar o la composición, y sobre todo repensando el lugar y el efecto de la luz, permite el paso a una dimensión simbólica. Los personajes son ahora presencias, como Le grand chemin (El camino real, 2015), o apariciones (Charlotte Roussel, 2016).

ESPACIO 3
La colección de obras de arte de la Fundación Stämpfli reúne formas de expresión y tendencias muy diversas surgidas en Europa a partir de 1960.

En esta sala se expone una selección de sus fondos, que permite ver algunas de las diversas vías con las que los jóvenes artistas de los años 60 dejaron atrás las preocupaciones artísticas de las generaciones anteriores, sobretodo la abstracción de la inmediata postguerra y de la década de los 50.

A destacar la superación de la tradicional oposición entre arte figurativo y arte abstracto. Un paradigma de esta disolución de límites entre figuración y abstracción es la obra de Peter Stämpfli. Amplificando el dibujo geométrico del neumático de automóvil, construye formas volumétricas que pierden su origen figurativo y se adentran en el territorio de la abstracción geométrica.

En realidad, el arte que da sus primeros pasos en aquellos años puso el foco principal en un renovación teórica y práctica del hecho artístico.

En este sentido se exploran nuevos lenguajes como la monocromía,la repetición, la búsqueda del ritmo a través del contraste o la reducción de la pintura a signos elementales y mínimos. Son ejemplos de ello las obras expuestas de François Arnal, Gérard Titus-Carmel, Olivier Mosset i Niele Toroni.

Jean-Michel Meurice y Daniel Dezeuze formaron parte del movimiento Support/Surface(Apoyo/Superficie), caracterizado por conceder la misma importancia a los materiales y al gesto creativo que a la obra acabada.

Mark Brusse es un artistaversátil. Su obra se mueve en muchos frentes. Por una parte, la creación de esculturas a partir de encajar trozos de madera recuperados con otros materiales diversos que ha ido recogiendo guiado por el azar. Por otra, su participación con otros componentes del grupo Fluxusen acción de creación efímera o de grandes instalaciones adaptadas a espacios concretos.

El trabajo de Jean Le Gac se basa en la historia y la vida de sí mismo como protagonista de su obra, desarrollando una autobiografía que mezcla realidad y ficción en la que explica, define, reflexiona y cuestiona la vida del artista.

Completan esta sala las obras de Pierre Tilman, poeta-artista de las formas elementales, de las letras del abecedario y del color; y la del artista argentino Horacio García-Rossi, destacado exponente del arte cinético-lumínico.

En otro ámbito, el español Rafael Canogar es uno de los últimos representantes del informalismo abstracto nacido en los años 50 y que se concretó con la creación de El Paso, el grupo de mayor relieve en la definición de la vanguardia española en esa década.